Una gran cantidad de mercadería acababa en el ágora, en el mercado y en la plaza pública en el corazón de cada ciudad. Allí, podían comprarse alimentos, esclavos, joyas y artículos exóticos importados. También se podía contratar a un abogado o a un orador. Con todo, ¡un poco más activo que los supermercados de hoy en día!